En
España existe una larga tradición, milenaria, que aún se mantiene en
ciertas regiones, del uso del mastín. Quizá se haya escrito más y se
hayan engendrado más leyendas de mastines que de ningún otro grupo de
razas caninas en el mundo. En
las serranías andaluzas y extremeñas, en los campos y montes de la
Meseta castellana y en las montañas cantábricas, el mastín mesetario,
leonés o español ha sido siempre el guardaespaldas de los rebaños. Una
raza con diversa tipología, tallada en pos de una función. En ciertas
zonas de Salamanca se les conoce desde antaño como "cachorros", y nunca
he sabido por qué. "¿De qué raza es?" preguntaba yo de niño. Y me respondían invariablemente los niños de los pastores: "cachorro". "Sí, son cachorros, pero ¿de qué raza?" y volvían a responder: "Son cachorros. De raza cachorros".
Muchos años después, cuando fui, ya como profesional, a una finca para
ver un mastín que mataba cabras (porque no había sido troquelado con
ellas, evidentemente) y que me quedé, volví de nuevo a escuchar cómo los
pastores me decían que tenían más "cachorros" refiriéndose a sus mastines adultos.
Y
en la cordillera pirenaica, el mastín pirenaico, que hasta no hace
mucho protegía los rebaños del oso en los pastos de altura. En mi época
pastoril teníamos al mastín pirenaico para proteger a nuestro gran
rebaño de los perros de los excursionistas.
Del lado francés, el gran perro de montaña del Pirineo, del que se decía que, protegido con una carlanca, era tan invulnerable como el oso.
Ambos mastines pirenaicos se usaron quizás en ambas vertientes aunque fueron adoptados por los países en los que eran más comunes. En toda Europa, hacia el norte y hacia el este hasta Asia, existe este tipo de perros protectores de los rebaños.
Su origen parte de las regiones ganaderas asiáticas de las altas montañas. Se sitúa el origen en el Tíbet y, por tanto, en el mastín tibetano.
Desde allí, las migraciones humanas, las trashumancias y, muy especialmente, los romanos, los fueron extendiendo por toda Eurasia. En cada región se iría desarrollando un tipo de perro guardando todos unas similares características. Todos ellos reciben la denominación de Molosos de Montaña por la Federación Cinológica Internacional.
Los molosos son casi todos perros muy grandes, muy poderosos, y siempre de cabeza proporcionalmente masiva. La denominación proviene de Molosia. Los molosos eran una tribu griega que tenían unos perros enormes para proteger sus rebaños. (seguramente provenientes de aquellos mastines del Tíbet). El poeta romano Publio Virgilio escribía antes de Cristo, en sus poemas que exaltan la vida pastoril, que "nunca, estando ellos de guardia, necesitas tener miedo de los ladrones a medianoche, de una manada de lobos o de bandidos ibéricos a tu espalda". Aquellos perros molosos fueron conocidos por los romanos como Canis molossus, y eran los más fuertes conocidos. Por ello, y dadas las aficiones de los romanos, hubo un tipo de perros molosos que usaron para la guerra y cuyos descendientes conocemos hoy como Molosos de Arena (porque sus ancestros luchaban en la arena contra gladiadores: Mastiff, Bullmastiff, Mastino Napolitano, Dogo de Burdeos, Tosa Inu, Fila Brasileiro...). El otro tipo de molosos, los que hoy conocemos como Molosos de Montaña, son de los que estoy tratando y que siguieron hasta hoy usándose como perros de protección de los rebaños y son todos perros grandes, muy poderosos y conscientes de ello, y preparados para soportar las condiciones climáticas extremas de la montaña. Su origen parece estar en los antiquísimos mastines del Tíbet, como he dicho, y que podéis conocer en su medio en este interesante documento videográfico:
Del lado francés, el gran perro de montaña del Pirineo, del que se decía que, protegido con una carlanca, era tan invulnerable como el oso.
Ambos mastines pirenaicos se usaron quizás en ambas vertientes aunque fueron adoptados por los países en los que eran más comunes. En toda Europa, hacia el norte y hacia el este hasta Asia, existe este tipo de perros protectores de los rebaños.
Su origen parte de las regiones ganaderas asiáticas de las altas montañas. Se sitúa el origen en el Tíbet y, por tanto, en el mastín tibetano.
Desde allí, las migraciones humanas, las trashumancias y, muy especialmente, los romanos, los fueron extendiendo por toda Eurasia. En cada región se iría desarrollando un tipo de perro guardando todos unas similares características. Todos ellos reciben la denominación de Molosos de Montaña por la Federación Cinológica Internacional.
Los molosos son casi todos perros muy grandes, muy poderosos, y siempre de cabeza proporcionalmente masiva. La denominación proviene de Molosia. Los molosos eran una tribu griega que tenían unos perros enormes para proteger sus rebaños. (seguramente provenientes de aquellos mastines del Tíbet). El poeta romano Publio Virgilio escribía antes de Cristo, en sus poemas que exaltan la vida pastoril, que "nunca, estando ellos de guardia, necesitas tener miedo de los ladrones a medianoche, de una manada de lobos o de bandidos ibéricos a tu espalda". Aquellos perros molosos fueron conocidos por los romanos como Canis molossus, y eran los más fuertes conocidos. Por ello, y dadas las aficiones de los romanos, hubo un tipo de perros molosos que usaron para la guerra y cuyos descendientes conocemos hoy como Molosos de Arena (porque sus ancestros luchaban en la arena contra gladiadores: Mastiff, Bullmastiff, Mastino Napolitano, Dogo de Burdeos, Tosa Inu, Fila Brasileiro...). El otro tipo de molosos, los que hoy conocemos como Molosos de Montaña, son de los que estoy tratando y que siguieron hasta hoy usándose como perros de protección de los rebaños y son todos perros grandes, muy poderosos y conscientes de ello, y preparados para soportar las condiciones climáticas extremas de la montaña. Su origen parece estar en los antiquísimos mastines del Tíbet, como he dicho, y que podéis conocer en su medio en este interesante documento videográfico:
Continuará en el capítulo 4...
David Nieto Maceín.
David Nieto Maceín.
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