Acabamos de asistir en estos días a un
interesante ejemplo de cómo pueden llegar a tergiversarse las cosas con
ayuda de la tendencia social al pánico, de la incultura y de los
intereses periodísticos. Así, de esta misma manera, ven la luz esas
leyendas rurales de tan fuerte arraigo que, quienes creen en ellas,
aseguran haber visto con sus propios ojos y vivido las absurdas
historias que relatan (como la historia, patética por cuanto es creída
por los incultos a pies juntillas, de la culebra bastarda que mama de la
mujer encamada mientras hace callar al niño ofreciéndole como chupete
el extremo de su cola).
Yo me
preguntaba, cuando anteayer aún andaban buscando una leona, qué
sucedería si nunca la encontrasen. ¿Se convertiría en la leona maldita?
¿se justificarían desapariciones con la presunta predación de una leona
misteriosa e invisible?. En fin... dejando de lado estas cosas, la
cuestión es que, el sábado pasado, y todo según fuentes periodísticas,
unos chavales "habían visto una leona". Al día siguiente, otros dijeron
también haber visto al felino. Los periodistas acudieron frotándose las
manos. En todos los telediarios vimos imágenes de una leona que
ambientaban la noticia y escenas de un cachorro de león con su cuidador,
mientras se preguntaban si habría escapado de un circo o de una casa
particular.
Medio
centenar de efectivos de la Guardia Civil, de los Mossos d´Esquadra, de
la Policía Autonómica, de la Policía Local, Agentes Rurales, dos
helicópteros y ¡cómo no! cazadores voluntarios a los que se dio permiso
para satisfacer sus instintos, batieron el monte sin encontrar a la
reina de la selva.
Finalmente, ayer
mismo ya dijeron que habían descubierto que se trataba de un perro
grande (claro que ¡no tan grande como una leona!) y con unas
características que le asemejaban a una leona. Y ahí empezaron de nuevo
los comentarios sin conocimiento de causa. En vez de preguntar a un
profesional experto, decidieron, una vez más, acudir a la opinión
popular. Se habló, en los telediarios, de la posibilidad de que fuera un
dogo, quizás dogo alemán, quizás dogo canario (presa canario); "dogo canario" -decían en la noticia, "un perro usado para la caza". Hablaron de la posibilidad de que fuera "un dogo cruzado con otra especie".
¿Con otra especie? ¿Quizás con león?... en fin... Finalmente parece ser
que era un cruce entre dogo canario (presa canario) y fila brasileiro, "razas potencialmente peligrosas" como se dejó dicho.
Alguno
afirmó que la posibilidad de que el perro huyese de la gente le parecía
difícil. Ahí quedó su opinión como si estuviera basada en el
conocimiento. "Más vale que lo cacen", decía alguno, sumándose a las afirmaciones de: "ése es el peligro: que su instinto depredador se haga cada vez más fuerte" o "siendo un perro salvaje de esas características no es para estar despreocupados". Surgieron "etólogos" y "expertos" en conducta animal por todas partes.
La
policía se preparó para capturarlo vivo o muerto, aunque ya se sabe
que, en estos casos, tienen el gatillo fácil, y sucedió lo que yo me
esperaba. A las 21.30 anunciaban que se lo habían cargado. Que no había
entrado en las trampas y que con dardos anestésicos lo mismo se
escabullía. Bueno, más fácil era disparar unas balas. El caso es que el
pobre perro, que quién sabe las que ha ido pasando a lo largo de su
pobre vida errante y vagabunda, ha muerto y nunca sabremos si podía
haber tenido solución, si vivió un imprinting digno o creció en
el monte. En todo caso, muerto a balazos de la policía no es una manera
ni ética ni aceptable, ni digna de una cultura que se las da de
civilizada, moderna y avanzada. Al menos en mi modesta opinión.
Los
periodistas, ávidos de noticias y atentos a la mínima oportunidad,
andan al acecho ahora, así que esperemos que no venga una nueva "oleada
de ataques"...
Dicho sea de paso, advierto de dos cosas sobre el abandono de perros:
1ª.
Los perros asilvestrados son un problema tanto por su peligrosidad (en
algunos casos, claro) para las personas como por su peligrosidad (y ésta
sí que lo es) para el ganado. Sus ataques a los rebaños son achacados
al lobo, y paga el lobo justo por el hombre pecador, que abandonó a su
perro o no le dio las atenciones que debiera. No debiera haber perros
asilvestrados en nuestros campos.
2ª. El año pasado se abandonaron en España más de 110.000 perros. Sólo 3 de cada 10 perros encontrará un nuevo hogar.
Es
vergonzoso. Desde Suecia os puedo decir que el país Escandinavo no
conoce lo que es el perro abandonado. Convencido estoy de que la
diferencia es la cultura ciudadana, que a muchos no les gustará que les
diga que es inconmensurablemente superior en Suecia que en España. Pero
así es y se nota muchísimo. Concienciados como están, asombrados como se
quedan los suecos al ver el maltrato animal que existe en España, en
Suecia hay muchas personas que deciden adoptar perros españoles de
refugios para darles una vida digna.
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