domingo, 20 de enero de 2013

HACHIKO

Para muchos aficionados a la cinofilia, y especialmente para aquellos que son o hemos sido criadores de la raza Akita Inu, nos resulta familiar la historia de Hachiko, famosa como símbolo de la fidelidad y abnegación canina. Hachiko era un perro de raza Akita Inu japonés. Nació en noviembre de 1923 en Odate, provincia de Akita. Con dos meses de edad, llegó a manos del Dr.Eisaburo Ueno, profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio, que vivía cerca de la estación Shibuya. Perro y dueño se procesaban mutua admiración. Cada mañana, Hachiko acompañaba al profesor hasta la estación, esperaba a que su dueño comprase el billete y desapareciese para tomar el tren a la Universidad. Después, se sentaba en la pequeña plaza y esperaba a su dueño a su regreso por la tarde. En la estación Shibuya, la imagen del profesor y su perro se hizo familiar y todos conocían la lealtad de su perro pues no había día que no le acompañase y esperase en la estación.
Pero el día 21 de mayo de 1925, el profesor murió de un infarto en la Universidad. Hachiko le esperó pacientemente. Cuando la gente de Shibuya conoció la noticia, intentó “convencer” al pobre perro de que su amo no volvería más. Pero Hachiko volvió al día siguiente. Y al siguiente. Y así fue día tras día, semana tras semana, mes tras mes, y año tras año. Hachiko se dirigía a la estación de Shibuya a esperar al profesor durante todo el día. A la hora del regreso, día tras día y año tras año, buscaba a su dueño entre las personas que salían del tren. Y así era con lluvia, sol, nieve o viento.
Hachiko se transformó en un héroe, en un símbolo del amor y la lealtad. Todo el mundo le conocía y admiraba y se hizo famoso en todo Japón. En abril de 1934, los habitantes contrataron a un famoso escultor para que realizase una estatua de bronce allí mismo, donde Hachiko esperaba. El 7 de marzo del año siguiente, Hachiko falleció al mismo pie de su estatua, con 11 años de edad. Durante prácticamente 10 años había esperado a su dueño sin descanso. Toda su vida.
Durante la guerra, la estatua de Hachiko fue fundida, como todas, para fabricar armas. Incluso el escultor fue asesinado. Pero la gente de Shibuya contrató más tarde a su hijo, que realizó una nueva escultura que permanece hoy sentada, como Hachiko, a la espera del profesor. Cada año, el 8 de abril se conmemora a Hachiko en la plaza frente a la estación. Hachiko stá enterrado junto a su dueño en el cementerio de Aoyama. Hoy mismo hemos ido a ver una película sobre la preciosa historia de Hachiko. Os la recomendamos. Es un triste drama. La historia de Hachiko lo fue. Pero es realmente bonita y la película está muy bien lograda con la única salvedad de que está ambientada en América en vez de en Japón. Han sabido mostrar con claridad cómo es la lealtad canina además del carácter del Akita Inu. No os la perdáis. ¡Pero llevad pañuelo!.
¿Recuerda un perro a su dueño?: me preguntaba una amiga hace poco si los perros tienen memoria. La respuesta es tajante: POR SUPUESTO. Realmente, sería absurdo decir lo contrario. Hasta el más simple de los organismos animales tiene memoria ¿cómo no va a tenerla un animal "superior"?. En fin, la cuestión que me planteaba venía a colación de su duda sobre si el perro recuerda o deja de recordar a su dueño cuando se le deja en una residencia. Bien; os diré que el perro sabe vivir el presente y no conoce futuro (el pensar en el futuro es una de las causas de nuestros grandes problemas humanos); evidentemente, el perro recuerda a su dueño, pero no necesariamente está recordándole cuando está en la residencia. Si el perro disfruta de los estímulos que le mantienen psicológicamente estable y alegre, permanecerá viviendo el presente totalmente despreocupado. Por supuesto, cuando su dueño llega, le recuerda perfectamente. Algunos perros sí que están esperando a su dueño pues no son capaces de adaptarse a la separación debido a diversas causas entre las que podría destacar el miedo a lo desconocido y la hipersensibilidad. Pero, por supuesto, un perro jamás olvida a su dueño y recuerdan su olor hasta el último día de su vida. Konrad Lorenz decía que alrededor de los 4 meses de edad aproximada sellan de alguna forma una relación de por vida con una persona. Sea como sea, mis perros han mostrado siempre una memoria prodigiosa, se han acordado de lugares y detalles tras años y también de personas que conocimos. Y si me acuerdo, un día os contaré el caso de Laika y su dueño Alex.

No hay comentarios:

Publicar un comentario