domingo, 20 de enero de 2013

HISTORIAS DE FIDELIDAD CANINA

En su día ya os hablé de Hachiko, un perro cuya historia era conocida de siempre por los que éramos o fuimos aficionados de la raza akita inu y que se hizo famosa hace un par de años por haber sido llevada al cine. Era la historia real de un perro que, tras la muerte de su dueño, continuó yendo a esperarle a la estación de tren donde le despidió la última vez. Una historia durísima por lo emotiva de abnegación y fidelidad. Diez años esperó a su dueño. En San Lorenzo, Italia, se repitió la misma historia con un perro llamado Fido, que esperó a su dueño en la estación, pero éste fue reclutado a la fuerza para una guerra en la que murió. Su perro siguió esperándole hasta la muerte. Una estatua le recuerda.
Los conductistas niegan que los perros "echen de menos", pero ¿qué es echar de menos en un humano?. Hoy los etólogos aceptamos que las diferencias en cuanto a emociones y cognición no se basan en lo cualitativo sino en lo cuantitativo. ¿Acaso hemos creado nosotros estructuras más allá del neocórtex que puedan hacernos diferentes? Más bien yo creo que el perjuicio de usar términos usados en psicología humana para describir lo que ocurre en los demás animales proviene de las ideas descartadas de Descartes. El "echar de menos" implica el simple hecho de haber creado un vínculo con el individuo u objeto que se extraña. Ni más, ni menos. ¿No es "echar de menos" lo que sufre ese perro que es víctima de la "ansiedad por separación" de su dueño? Exactamente el mismo estado emocional. 
Hubo otro perro en Escocia, Greyfriars Bobby, que visitó la tumba de su dueño durante 14 años, hasta que murió. También os conté aquella historia. También una perra llamada Foxie, estuvo 3 meses junto al cuerpo muerto de su dueño. Y más conocido aún fue, por lo emotivo, el caso de Canelo, que esperó durante 12 años en la escalera del hospital donde entró su dueño para no salir nunca más, en Cádiz. Alicio también esperó a su dueño a la puerta de un hospital en Argentina... 8 meses después su dueño no había salido y no lo iba a hacer, pero allí seguía esperándole.
Yo conocí un caso de una perra que quedó en el lugar de un accidente de tráfico, en España. Viajaba con su dueño, que murió en el lugar... ella se negaba a abandonar aquél sitio, esperando el regreso imposible de su dueño. 
En Rusia fue conocido el caso de este perro: 
El año pasado, tan sólo hace unos meses, fue conocido el caso de Capitán, un pastor alemán que lleva 6 años durmiendo sobre la tumba de su dueño, en un cementerio de Argentina, desde que descubrió sorprendentemente dónde se encontraban los restos de su dueño tras su muerte.
Un caso muy similar sucedió en China. Este perrín no quiso separarse de la tumba de su dueño. Cuando hicieron la foto, llevaba una semana sin comer ni beber con tal de no irse de allí. 

Ayer se cumplieron exactamente dos años, que otra historia de este tipo sucedió, en unas terribles inundaciones en Brasil. Un perro llamado Leao, que fue el que encontró el cuerpo de su dueña para los rescatistas, se quedó sobre la tumba de ésta y no quiso separarse de ninguna manera. 
Al tercer día, fue adoptado por una familia pero escapó... en busca de su dueña. No sé qué fue de él. 
Collie también estuvo durante años esperando a su dueño junto a su tumba, en Argentina: 
En ese mismo gran cementerio la historia se ha repetido antes. Conocido fue el caso de Lobito y el de Ovejero. Lobito estuvo 8 años esperando a su dueña, hasta que la familia se lo llevó para continuar su vejez en casa:

La perra de la foto siguiente también esperaba el regreso de su dueño en un cementerio de Israel.
El caso que hoy nos ocupa es el de Tommy, en Italia. Hace 12 años que llegó hasta la iglesia del pueblo porque se celebraba el funeral de su dueña. Desde entonces, no ha dejado de entrar en la iglesia, esperando reencontrarse con ella.

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