El 19 de agosto del pasado 2008, una perrina le dio a una bebé humana
recién nacida el cariño que no le había sabido dar su propia madre. Era
una noche muy fría de niebla pues esto sucedía en Argentina, donde en
agosto es pleno invierno austral, en la localidad de Abasto, a 55 km al
sur de Buenos Aires, a las afueras de La Plata. La
perrina tenía 8 años y se llamaba China. Vivía en una zona de chabolas y
cuidaba de una preciosa camada de seis cachorros en un frágil cobertizo
de madera y chapas junto al gallinero de su dueño. La niña había sido
abandonada por su madre en un descampado de la barriada. La perra debió
escuchar a la niña llorar y, muy cuidadosamente, la arrastró unos 50
metros, la colocó con sus cachorros y la mantuvo caliente en aquella
fría noche de invierno hasta que la niña rompió a llorar. Entonces,
salió para avisar ladrando a su dueño, Fabio Anze, gracias a lo cual
éste se despertó, fue a ver qué sucedía ante la insistencia de China y
descubrió, estupefacto, a la niña.
Inmediatamente, dio aviso a la policía y la niña fue trasladada al hospital, donde se comprobó que había nacido unas horas antes y, a pesar de haber pasado ese tiempo en el suelo en esas condiciones, su estado de salud era perfecto gracias al calor de la perra y su camada. La perrina la había transportado con tanta delicadeza que la suave piel de la bebé no mostraba sino leves escoriaciones y alguna heridita de haber sido arrastrada pero no presentaba marca ninguna de los dientes de la perrina ¡tal fue el cuidado con el que la llevó todo ese largo trecho!.
Inmediatamente, dio aviso a la policía y la niña fue trasladada al hospital, donde se comprobó que había nacido unas horas antes y, a pesar de haber pasado ese tiempo en el suelo en esas condiciones, su estado de salud era perfecto gracias al calor de la perra y su camada. La perrina la había transportado con tanta delicadeza que la suave piel de la bebé no mostraba sino leves escoriaciones y alguna heridita de haber sido arrastrada pero no presentaba marca ninguna de los dientes de la perrina ¡tal fue el cuidado con el que la llevó todo ese largo trecho!.
Se
descubrió que la madre era una chica de tan sólo 14 años (parece que
incluso pudo ser víctima de un abuso o violación) que llegó al día
siguiente al hospital, donde fue ingresada en estado de shock emocional.
No había tenido ningún control durante su embarazo, dio a luz entre
unos matorrales y abandonó a la niña para intentar volver a casa como si
nada hubiese sucedido. Todos los medios de comunicación se hicieron eco
de la noticia y China se hizo famosa en la Argentina. Fue fotografiada
por los reporteros y, posteriormente, desapareció de forma misteriosa.
Nadie supo qué fue de ella. Sus cachorros fueron acogidos por una
protectora. Algunos dicen que alguien la pudo matar o capturar. La
perrita temblaba al recibir la extraña y atoxigante visita de los
periodistas, que la acosaban. El caso es que su desaparición fue un
misterio y no dejó rastro.
¿Cuál es la explicación de que la perra acogiese a la niña?.
Suceden, en ocasiones, sorprendentes adopciones en el Reino Animal; pero en el caso de una perra que está troquelada con los humanos, el cachorro humano es considerado, se puede decir, como un conespecífico, un miembro de su propia especie, para muchas conductas sociales. La perra, con el instinto maternal a flor de piel, es muy sensible a la aparición de otro cachorro y este impulso maternal instintivo la lleva automáticamente a la protección. El cachorro humano despierta en ella, por tanto, todo el afecto de madre. Es emocionante el extremo cuidado con el que la perra sujetó a la bebé para irla llevando poco a poco, arrastrándola durante aquél largo trecho, hasta su nido, donde se debió acurrucar durante un buen rato manteniéndola caliente.
Suceden, en ocasiones, sorprendentes adopciones en el Reino Animal; pero en el caso de una perra que está troquelada con los humanos, el cachorro humano es considerado, se puede decir, como un conespecífico, un miembro de su propia especie, para muchas conductas sociales. La perra, con el instinto maternal a flor de piel, es muy sensible a la aparición de otro cachorro y este impulso maternal instintivo la lleva automáticamente a la protección. El cachorro humano despierta en ella, por tanto, todo el afecto de madre. Es emocionante el extremo cuidado con el que la perra sujetó a la bebé para irla llevando poco a poco, arrastrándola durante aquél largo trecho, hasta su nido, donde se debió acurrucar durante un buen rato manteniéndola caliente.
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