El
otro día vi en un noticiario español que hablaban del bastón como
herramienta para los invidentes. No niego en ningún momento la
importancia que este instrumento puede tener pues no todos los
invidentes quieren y muchos menos están capacitados para tener un
perro-guía, que no es un mero instrumento sino uno más en la familia.
Un perro-guía requiere, lógicamente, una serie de condiciones psicológicas, obligaciones y responsabilidades pero le proporciona al ciego una autonomía maravillosa que de ninguna otra forma obtendría, además del cariño y la compañía impagables. Autonomía con agilidad y seguridad,
evitándole todos los obstáculos y peligros caminando a velocidad normal
y como lo hace cualquiera con su perro, lo que le proporciona seguridad en sí mismo y autoestima sumada al enriquecimiento de su vida social,
algo, esto último, que no es ninguna tontería, pues los usuarios de
perros-guía siempre me han dicho que el perro les facilita muchísimo sus
relaciones sociales. En este vídeo (pinchando aquí), he grabado una perra-guía
adiestrada por el instructor de movilidad con perro guía de la Fundación Once del Perro Guía, Amando Diego, hermano amigo maestro. Fijaos a qué velocidad es capaz el perro de llevar
al usuario por la calle, evitando que se choque con nada ni nadie, salvando
obstáculos, buscando cruces, parando en ellos... ¡Impresionante!
Y
claro que todos los ciegos con perro dicen que ya nunca jamás
podrían volver al bastón. Aquí un perro-guía en perfeccionamiento final
con Amando Diego:
Con
el perro, los usuarios ya no se sienten invidentes. Por cierto, que en cuanto uno se
pone a trabajar con un perro-guía se da cuenta de los obstáculos que un
invidente ha de salvar en su día a día cuales terribles cepos. Los que vemos muchas veces los obviamos. ¡El perro ha de
indicarle al ciego cada uno de estos peligros y evitar que caiga en
estas fatales trampas!. Por ejemplo esta que fotografié en Cádiz, una señal caída:
Fijaos
en esta foto de Amando Diego entrenando a una perra-guía. La perra le
lleva esquivando un toldo y además hay un perro tumbado en la acera ante el que es totalmente indiferente.
La
historia de los perros guía comenzó con el austriaco Joseph Resinger,
en el s.XVIII. Él era ciego y entrenó a sus tres perros para que le
guiasen y ayudasen. Así que, visto lo visto, Herr Johann Whilhelm Kleim
(hablamos del s.XIX, hace prácticamente 200 años), quien fundó un
instituto para ciegos en Viena, tomó esa idea. En 1916, el Dr.Gerhard
Stalling, tomando de nuevo la idea, creó en Oldenburg, Alemania, la
primera escuela de adiestramiento de perros-guía para los excombatientes
que quedaron ciegos en la I Guerra Mundial. Asombrados por los
resultados, se crearon en diferentes partes de Alemania varias escuelas
de perros-guía para invidentes civiles. Pronto crearon una escuela en
EEUU y luego otras en Europa. El primer perro guía de EEUU fue la perra pastor alemán Kiss, rebautizada Buddy, de
Morris Frank, fundador de The Seeing Eye, la primera Escuela de Perros
Guía de América y hoy día la más antigua del mundo.
La
historia de este hombre es apasionante y se contó en varios libros y en
una película que tuve la fortuna de ver y grabar de la televisión española hace unos 25 años (¡qué viejo me siento!), "Con los ojos del amor" se titulaba en su versión española, que no encuentro por ninguna parte ya excepto en mi mala grabación.
La he podido volcar en internet. El comienzo se perdió pero está hasta el final y prácticamente completa. Os la dejo más abajo para que la veáis.
Este
Morris era un chico jovencito que estaba muy amargado por su
dependencia de las demás personas debido a la ceguera. Su padre le habló
de Dorothy Eustis, que era una americana que trabajaba en Suiza
adiestrando perros-guía ya en aquél entonces (1927), y él contactó con
ella y fue invitado a ir a Suiza. Aquí una foto de Morris con Buddy y
Dorothy (con ella fundaría más adelante The Seeing Eye):
Morris recibió a Buddy y fue instruido por un entrenador canino que se llamaba Elliot Humphrey, alias "Jack". No lo dudó. Y se llevó a Nueva York (era el año 1928) a Buddy, que fue sus ojos durante 10 años, hasta su muerte. Después, todos sus perros guía se llamaron Buddy.
Os dejo imágenes del auténtico Morris con la auténtica Buddy (pinchando aquí).
Y aquella primera Buddy fue una revolución. Lo que más impresionó a la gente que por primera
vez en América veía en acción a un perro-guía con su dueño ciego, fue el
concepto de "desobediencia
inteligente" o "desobediencia selectiva". El usuario da una orden al perro
pero, si la cumple, puede haber un riesgo para el propio usuario; por
tanto, el perro decide desobedecer protegiendo de esta forma a su dueño. Es algo
muy complicado porque se pone al perro en el conflicto de contradecir la orden. En la película que se hizo de Buddy, se ve cuando
el dueño la pide subir al ascensor, pero ella se niega a obedecer porque
el ascensor no está ya que hay obras y su dueño no ha podido leer el
cartel indicativo. En este vídeo que grabé a Amando Diego, se
ve el concepto de "desobediencia inteligente". Creo que impresiona
porque realmente, el guía (Amando) le está pidiendo a la perra -que está
en el período de perfeccionamiento de su entrenamiento- que cumpla una orden... pero... ahí
vais a ver (pinchar aquí).
Buddy
cambió la autonomía de Morris, su independencia, su vida social...
todo, por completo. En la película muestran muy bien lo duros que fueron
los comienzos y cómo Buddy dio un giro a la personalidad de Morris, que
además aprendió a valorar y a amar a su perra mucho más que como a un
mero "animal de apoyo", lo que tuvo que aprender. Las fotos son del verdadero Morris y la
verdadera Buddy:
Un
par de años después de fundar la escuela canina, se mudó a Morristown,
en New Jersey (porque el clima era más fresquete para los perros, aunque
casualmente y curiosamente se llamaba "la ciudad de Morris"), y allí fue levantada
una estatua de Morris y Buddy.
En mayo de 1938 (11 años después de aquellos comienzos), murió Buddy rodeada de cariño.
Buddy en 1937, ya mayorcita.
Por
entonces, The Seeing Eye había entrenado ya 350 perros-guía que habían
cambiado la vida de tantas personas. Hoy en día, después de más de ocho décadas, han
entrenado ya más de 14.000 perros.
Es arduo y costoso el trabajo que lleva un perro-guía hasta ser considerado como tal: una rigurosa selección, una educación básica bien planificada, después un periodo de adaptación y de integración para el futuro trabajo para posteriormente pasar a un trabajo de adiestramiento específico inicial y después a un adiestramiento de perfeccionamiento muy delicado. Y, cuando es designado a un usuario, éste habrá de rendir con el perro un proceso de aprendizaje y formación. Hoy día, tan sólo la Fundación Once del Perro Guía está autorizada en España para la formación de estos perros, y la gran mayoría de los perros-guía provienen de su escuela en Madrid (el mayor centro de adiestramiento de perros-guía de Europa), si bien otros vienen de una prestigiosa escuela sita en Rochester, USA, que era de donde provenían los perros-guía de España antes de que existiera aquí la primera escuela (en Mallorca, fundada en 1972 y patrocinada por General Optica).
Aquí os dejo un reportaje muy bonito en el que salen los instructores Amando Diego y Ricardo Vicente enseñando a nuevos usuarios con sus perros guía. (Pinchar aquí)
Aunque
la historia de los perros-guía comenzó con pastores alemanes, los
labradores son los más usados hoy en día por su carácter y aptitudes
aunque tienen un defecto: la gula. Son perros que fácilmente se
convierten en aspiradoras andantes, por lo que un trabajo extra de los
instructores que perfeccionan el entrenamiento final del perro-guía es el
corregir este defecto. Imaginaos un perro-guía que esté buscando comida
por los suelos obsesivamente. Como en otros perros de trabajo
profesiona antas características
temperamentales y también morfológicas para el desarrollo de semejante
actividad, por lo que se trabaja fundamentalmente con tres razas: Retriever del Labrador, Golden Retriever,
cruces de ambos y Pastor Alemán. Se buscan perros sociables,
adaptables, duros, sobretodo equilibrados... resolutivos e inteligentes,
obedientes y con ganas de complacer, con gran capacidad para empatizar
con el dueño e incluso, se puede decir a veces, responsabilizarse de él
(pues del perro depende muchísimas veces la vida del ciego). Que no sean tercos
ni de manejo complicado ni agresivos con perros o personas en ningún
momento. Los rough collies se han entrenado exitosamente para este trabajo, y algunos perros de otras razas, pero no es lo habitual.
El
sentido de la responsabilidad que pueden llegar a tener estos perros es
muy interesante, pues indica que son conscientes de que su dueño está
impedido para ciertas cosas y ellos han tomado la iniciativa en ciertas
circunstancias. Sirva como ejemplo el conocido caso de un perro-guía, un
labrador, llamado Tops, cuyo dueño, Omar Eduardo Rivera, estaba
trabajando en piso 71 del World Trade Center el día de los atentados.
Tenía que adivinar lo que estaba sucediendo con el oído porque él ¡no
podía ver nada!. En medio de una nube de humo y olor a combustible y
pisando cristales rotos, con las escaleras resbalosas y poco a poco
tambaleantes, su perro no le abandonó en ningún momento, guiándole con
seguridad, peldaño a peldaño, los 71 pisos hasta la salvación. Una hora y
cuarto de calvario bajando con el perro concentrado al máximo en hacerlo bien. Fue
al salir ellos cuando se desplomó todo el edificio.
Por último, os dejo pinchando aquí una composición con unos trozos interesantes.
Por último, os dejo pinchando aquí una composición con unos trozos interesantes.
El Real Decreto 3250/1983 de 7 de diciembre, otorga el derecho a todo invidente de entrar en cualquier lugar con su perro-guía.
Por David Nieto Maceín
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