domingo, 20 de enero de 2013

LA HISTORIA DE HACHIKO SE REPITE.

El caso de Hachiko tampoco ha sido único en la historia reafirmando, más que la fidelidad, el amor de un perro a su “dueño”. Han sucedido historias similares en repetidas ocasiones. Os contaré las más conocidas. GREYFRIARS BOBBY
La primera historia comenzó en el s.XIX, en Edimburgo, Escocia, cuando un hombre llamado John Gray murió de tuberculosis el 15 de febrero de 1858. Su inseparable perro Bobby, un skye terrier, no superó la pérdida. John fue enterrado junto a la iglesia de Greyfriar. Durante el entierro, intentaron echar de allí a Bobby pero no pudieron. El perro se negó a marcharse. Y visitó la tumba de su dueño durante toda su larga y pobre vida (vivió 16 años), durmiendo junto a la tumba hiciese el tiempo que hiciese, hasta su propia muerte el 14 de enero de 1872, 14 años después. El vigilante del cementerio le colocaba unos sacos para dormir y William Dow, un carpintero local al que conocía su propietario, le daba de comer. Se hizo famoso en Edimburgo e incluso en toda Escocia y se le nombró embajador de Greyfriar. En 1867 se creó una ley por la cual todo perro sin dueño sería sacrificado. El influyente Lord William Chambers, alcalde de la ciudad, pagó la licencia de Bobby y le puso un collar con una inscripción en bronce que decía: “Greyfriars Bobby, del Señor Alcalde, 1867, con licencia”. Este collar está en el Museo de Edimburgo. Cuando murió, se le enterró junto a la puerta de la iglesia, lo más cerca posible de su dueño, y tiene una lápida que se colocó en 1981 en una ceremonia presidida incluso por el Duque de Gloucester, que dice: “Greyfriars Bobby –fallecido el 14 de enero de 1872- 16 años- Que su lealtad y devoción sea una lección para todos nosotros”.
La Baronesa Angela Georgina Burdett-Coutts encargó una estatua en su memoria. Incluso hay un bar en el pueblo dedicado a Bobby: Seguro que no sabíais que se han escrito también varios libros y filmado varias películas sobre Bobby, como Greyfriars Bobby, de Disney, del año 1961: y Las aventuras de Greyfriars Bobby recientemente en 2006 (que no se hizo con un skye terrier sino con un westie, lo que no gustó a muchos).


EL FAMOSO PERRO DE CHARLES GOUGH.

Charles Gough fue un artista romántico del s.XVIII y XIX. No alcanzó una gran fama como artista pero la fama se la dio su perro tras su muerte. La historia que su perro protagonizó, le hizo icono de la visión romántica en Inglaterra. Resultó que Charles se fue a la Región de los Lagos, en Manchester, en la primavera de 1805, con su perra Foxie. Por lo visto era un poco temerario y se metió por lugares peligrosos. Su desaparición se consideró misteriosa y nunca más se le vio con vida. Tres meses después, en pleno verano, un pastor escuchó los afónicos ladridos de su perro. Así fue como se encontraron los restos del artista con su perra al lado. Había estado 3 meses custodiándole. Y ladrando de vez en cuando. Incluso, en aquél tiempo, por lo visto la perrita estaba preñada y dio a luz, muriendo sus cachorros. El caso inspiró a muchos artistas de la época.

EL PERRO DEL HOSPITAL

En Illinois, USA, un hombre llamado McMahon ingresó en el hospital tras haber sufrido una desgraciada caída que le fracturó el cráneo. El perro le siguió y le esperó en la escalera del hospital. Dicen que, al morir el dueño, el perro lo supo y aulló desconsolado en aquél mismo lugar, aunque pienso que el perro, probablemente, aulló, sí, desconsolado, pero una y otra vez, en espera de recibir respuesta o encontrar a su amado “dueño”. El caso es que se negó a abandonar el lugar por mucho que le intentaron echar de allí. El pobre perro esperó para el resto de su vida en la escalera del hospital hasta su muerte 12 años más tarde.



ALGÚN OTRO…

Más recientemente, el 27 de enero de este mismo año, en norteamérica, un cachorro de pastor alemán se quedó durante 6 semanas acompañando el cadáver de su dueño, que se había suicidado de un disparo. La verdad es que no sorprende el que el cachorro, totalmente incapacitado para sobrevivir solo, espere, desconsolado y aullando, a que el dueño dé alguna señal de vida. Menos mal que a éste cachorro lo rescató un granjero que pasó por el lugar.
Hay perros de un solo dueño y hay perros que se socializan y se van con cualquier extraño pero lo que nunca haría un perro voluntariamente sería abandonar a su dueño a pesar de que algunos perros sean más independientes que otros. Si un perro es adquirido de adulto por un nuevo propietario puede –exceptuando perros poco sociables o hipersensibles y extremadamente dependientes de su dueño- adaptarse a este nuevo dueño con facilidad. Pero jamás lo haría voluntariamente y jamás olvidará a su primer dueño. No quiere esto decir que esté pensando en él y añorándole. Pero cuando se produzca el reencuentro, sea cuando sea en la historia de la vida del perro, le recordará como aquella primera vez.

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