domingo, 20 de enero de 2013

JAKE, OTRO HÉROE SIN RENCOR.


En otras ocasiones os hablé de héroes caninos como Turco, que fue abandonado y maltratado y que después salvó tantas vidas humanas o como Track, desahuciado por viejo y a punto de ser sacrificado y que después salvó la vida de la última superviviente del 11 de septiembre. Perros que demostraron no sólo su valía insuperable, sino sus cualidades, permítaseme, perfectamente morales; su equilibrio, su nobleza, su bondad, su falta de rencor, su inconmensurable cariño. Hoy quiero recordar a otro de esos héroes caninos. Como Turco, también era un labrador retriever. Cuando sucedió el atentado del World Trade Center, Jake fue enviado allí como perro especializado en la búsqueda de personas sepultadas bajo escombros. Fue en aquél lugar, la Zona Cero, donde muchos perros, como el mismo Track y éste Jake, demostraron ser héroes y, arriesgando su vida y dañando su salud a veces de forma irreparable, salvaron muchas vidas humanas. En numerosas catástrofes intervino el olfato irreemplazable de Jake y ese afán por agradar a su guía, amiga, madre, compañera inseparable, Mary Flood. Juntos, en armonioso equipo, salvaron muchas vidas. Tras el Huracán Katrina y el Huracán Rita, en 2005, allí estuvieron. Jake fue condecorado, como lo fue Track. Fue reconocido como héroe, laureado y homenajeado. Y no era para menos porque Jake, como lo fue Turco, cuya historia os conté en una ocasión, también fue un perro abandonado; un perro de la calle. Con 10 meses de edad vagabundeaba, desahuciado, abandonado por su dueño, herido por todo el cuerpo, con una pata rota y la cadera dislocada. Su dueña, Mary, que trabajaba en Utah en un equipo de rescate, lo sacó de un refugio aún con la cadera dañada y le entrenó llevándole a superar la certificación estadounidense de "perro de rescate de las Montañas Rocosas", siendo certificado como perro de avalancha, de búsqueda en grandes áreas y en agua. Y, de esta forma, de ser un perro abandonado y maltratado inmisericordemente por humanos, se convirtió en un salvador de vidas humanas de prestigio mundial. Y no sólo eso, sino que además Jake trabajó como perro de terapia asistida. Desde 1997 a 2006 prestó sus insustituibles servicios a esta labor de salvar vidas buscando gente perdida en la naturaleza, en grandes áreas salvajes, para la Federal Emergency Management Agency, aunque también en escombros y, por añadidura, ayudando con su apoyo en terapias.
En 2006 tuvo que jubilarse debido a un cáncer que le llevó a la muerte al año siguiente, cuando tenía 12 años de edad. Aunque no se sabe con certeza, se piensa que pudo desarrollar esta enfermedad tras su largo y peligroso trabajo en la Zona Cero, más de dos semanas de trabajo intensivo y continuado, tras los atentados del 11 de septiembre. Las cenizas de Jake Flood fueron esparcidas por las zonas que habían sido importantes para él, como los campos donde solía entrenar con su dueña y el río donde tanto disfrutó nadando. Mucha gente le debe la vida.

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