miércoles, 21 de noviembre de 2018

EL PRODIGIOSO OLFATO CANINO.



El sentido del olfato de los perros es de 10,000 a 100,000 veces más poderoso que el del primate humano, según dicen los científicos. El que fue director del Instituto de Investigación Sensorial de la Universidad de Florida, que hizo una estimación científica al respecto, dice que si el olfato canino fuera "sólo" 10.000 veces superior al del humano, haciendo una analogía con la percepción visual -ya que el ser humano, como primate, es eminentemente visual y es lo que nosotros podemos comprender mejor- lo que nosotros vemos nítidamente a 500 metros ellos lo podrían ver igual de nítido a 5 km. 

Los perros son capaces de detectar algunos olores en partes por trillón. Como explica Alexandra Horowitz, sería como poder detectar una cucharadita de azúcar en dos piscinas olímpicas juntas. O una manzana pocha en un depósito con dos millones de barriles de manzanas. Por eso un perro de narcóticos detectó un recipiente con marihuana metido en un tanque de gasolina, o un perro de detección biomédica es capaz de detectar una pequeña fracción de células cancerígenas, algo que sólo una biopsia meticulosa es capaz de conseguir. ¿Os habéis dado cuenta de que cuando un perro sigue un rastro lo hace en la dirección correcta y no en la contraria? Esto es porque es capaz de detectar diferencias infinitesimales de moléculas olorosas. Cada paso de un rastro tiene un poquito menos cantidad de moléculas olorosas que el siguiente. El perro va siguiendo la dirección de la mayor cantidad de moléculas olorosas. Por eso es capaz de detectar si el rastro es viejo o nuevo, además de otra ingente cantidad de información (de quién parte el rastro, su velocidad, su sexo, su situación social e incluso emocional, etc). Además, el perro aprende mejorando su rastreo ante los cambios que produce el viento, la humedad, olores que se mezclan, y otros factores.  

¿Por qué es así de poderoso? El perro, subespecie doméstica de Canis lupus, tiene hasta 300 millones de receptores olfativos mientras que el ser humano, un primate hominoideo, eminentemente visual, tiene 6 millones de receptores olfativos. El cerebro del perro ha evolucionado para la percepción olfativa y por eso la parte que dedica a este sentido abarca una superficie proporcionalmente 40 veces mayor a la nuestra. Además, al contrario que nosotros, que olemos y respiramos por las mismas vías respiratorias, ellos separan las dos funciones. Para esto tienen un pliegue de tejido que permite que el aire tenga dos vías diferentes: una para el olfato y otra para la respiración. El aire que pasa por la vía olfativa va a los cornetes, que filtran las moléculas olorosas según sus propiedades químicas. 
El camino rojo es el que sigue el aire a zonas olfativas y el camino azul es el camino que lleva a los pulmones. 


La zona amarillenta muestra los cornetes, donde se filtran las moléculas olorosas. Las zonas respiratorias en rosa. 

Incluso pueden detectar rápidamente de dónde viene un olor porque pueden mover las dos fosas nasales de forma independiente. Además, tienen el órgano vomeronasal o de Jacobson, que recoge feromonas que aportan gran cantidad de información. Esta información no se mezcla con las moléculas olorosas porque el órgano vomeronasal cuenta con sus propios nervios que conducen a una parte del cerebro dedicada a procesar esa información. 
Cuando se habla de si los perros se reconocen a sí mismos o no ante el espejo, yo siempre digo que lo hacemos así precisamente porque nosotros estamos condicionados por nuestra limitación innata de seres visuales. Esto no nos permite darnos cuenta del alcance real de la importancia que tiene el estudiar estas características desde una perspectiva perceptiva totalmente distinta. Cada perro tiene su propia identidad olorosa y así se reconoce y reconoce los objetos con los que tiene contacto. Además, reconoce individualmente a los demás por su olor propio. 
Esto es crucial en su comunicación e interacción con los demás. Su memoria olfativa es gigantesca y recuerdan el olor de los individuos de su grupo, perros o humanos, de por vida. 
Dicho esto podremos comprender que solemos someter a nuestros perros a vivir en unos ambientes terriblemente aromatizados para ellos. Perfumes, ambientadores, desinfectantes, etc. Cada vez que salen a la calle, los perros de ciudad también son sometidos al fuerte olor de la contaminación de los vehículos, por ejemplo. Por eso hay clínicas veterinarias que están usando desinfectantes que no tienen químicos tan fuertes, como el peróxido de hidrógeno, también diseñados para que los perros se tranquilicen en estos lugares donde suelen detectar las feromonas que comunican que otros perros han tenido miedo allí, poniéndoles en alerta. Por eso también, cuando dejamos solo a un perro o le dejamos en una residencia o en un lugar ajeno, el dejarle su manta y una prenda nuestra puede resultarle más familiar y tranquilizador. 

domingo, 14 de octubre de 2018

FORMACIÓN PROFESIONAL EN ADIESTRAMIENTO CANINO. BURBUJA ESPECULATIVA.



Hace poco escribía llevado por mi indignación al ver cómo la gota colmaba el vaso: se anunciaba una formación profesional de “Educador canino” de cinco días. Algo que contaba que me producía una tremenda vergüenza ajena y un bochorno insoportable. Vergüenza porque cuando te llama un propietario con un problema con su perro ya no sabes si se te recibe con el antiguo respeto al profesional de este campo, que SABE y tiene experiencia, o como a un personajillo que recibió cuatro indicaciones en un cursillo.

Como contaba, se ha perdido el respeto a esta profesión, que se ha envilecido. Cualquiera puede ser “adiestrador”. La formación, no reglada, se ha degradado hasta lo insospechado en los últimos años en una patraña especulativa en la que la oferta de formación profesional desenfrenada e irracional supera ampliamente a la demanda. Es decir, hay más “adiestradores” que perros, y eso que hay muchos más perros que antes.

Surgen por doquier los “educadores caninos” formados de múltiples formas, con diversos criterios, con diferente calidad, en muy diferentes tiempos…
Surgen por doquier también incluso lo que deberían ser, a mi entender, adiestradores altamente especializados en tareas como la de entrenar perros de ayuda social. Lejos de hacerlo como una especialización, lo hacen sin pasar previamente por una formación seria, digna y profesional en adiestramiento canino base y, posteriormente, una experiencia en ello antes de esa formación especializada.

Un adiestrador que haya tenido una formación base de UN AÑO tiene los conocimientos BÁSICOS para empezar a trabajar GUIADO por un profesional con experiencia. Así es como lo veo yo. Con un año de estudios prácticos y teóricos adquiere la base, pero entonces tiene que empezar a aprender con la experiencia del trabajo diario y con la guía de sus maestros porque se va a encontrar con casos muy complejos. Esto es así en otras profesiones reguladas o con formación reglada. Y por cierto, no todo el mundo sirve para esta profesión al igual que yo no sirvo para otras muchas.

Por supuesto, esta persona recién formada no está aún preparada, como digo, para empezar a aprender lo que considero “especialidades”, como lo es el entrenamiento de perros de asistencia. Y no sólo eso… también especialidades deportivas como el Agility requieren de unos conocimientos técnicos y experiencia para el entrenador porque, de lo contrario, estaríamos haciendo el “chapuzas” con riesgos añadidos para los perros. Yo soy adiestrador profesional desde hace 25 años, y por supuesto he practicado algo de Agility y tengo amigos que son especialistas en esta modalidad; tengo conocimientos técnicos y experiencia para el entrenamiento de perros pero no en esta especialidad, así que no tendría la desfachatez de abrir un club de Agility a no ser que otra persona fuera la entrenadora o que yo me formase adecuadamente. Yo no soy entrenador de Agility. Sólo dos cosas me podrían llevar a creer que lo soy: la ignorancia o la cara dura.  

Con falta de regulación en formación, todo el mundo se lanzó a formar supuestos profesionales. Aquellos adiestradores que no tenían clientela suficiente decidieron formar a otros adiestradores para sacar dinero. Lo más alucinante es que los alumnos no tuvieron vergüenza en ponerse a formar a supuestos profesionales en vez de empezar a aprender con su trabajo. ¿Qué formación pueden estar recibiendo esas generaciones de “adiestradores” o “educadores caninos”? Auténtica formación basura. Siempre lo digo… hasta que no tuve muchísimos años de experiencia no empecé a trabajar como profesor para adiestradores.

Los particulares que requieren ayuda profesional llaman a un adiestrador sin saber nada de todo este asunto… y se les presenta en casa una persona sin experiencia con una formación basura, formada por otra que también tenía formación basura y nula experiencia, que a su vez había sido formado por alguien sin escrúpulos… Y así llegamos a lo más chistoso: muchos de mis clientes particulares tienen muchos más conocimientos que estos supuestos profesionales. Y esto sí que me resulta BOCHORNOSO.

He llegado a leer un mensaje de este tipo: “¿Por qué no te haces el curso de educador canino en vez de llevar a tu perra a educar?”. 
O cuando una persona me dijo: “¿Eres adiestrador? Yo también tengo el curso”.
¿¡Qué curso!?. No hay cosa que más me indigne y asquee.

Imagino esta situación: “Necesito hablar con un psicólogo porque mi hijo bla bla…” a lo que le responden: “¿Por qué no te sacas Psicología y matas dos pájaros de un tiro?”.
Más aún, la correspondencia real es la siguiente. Atención a la lectura: una persona que tiene unas dudas con su computadora decide que es mejor hacerse informático directamente. Una vez terminados sus estudios, no ejerce como informático sino que directamente monta su propia academia y se pone a formar informáticos profesionales, que rápidamente formarán a otros. Esto es exactamente lo que está pasando con el adiestramiento canino. Y además le dan un título supuestamente profesional y la formación la recibe en un tiempo variable que puede ir de cinco días, a tres meses, seis o nueve. Depende del mercado y de las necesidades de quien lo imparte y de las exigencias de los alumnos que, como pagan, van con el aprobado por delante.


Estamos ante una verdadera burbuja especulativa de la formación profesional canina.


jueves, 14 de junio de 2018

ESTUDIO SOBRE EFECTOS POSITIVOS DE PERROS DE SERVICIO

Un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Purdue (Kerry E.Rodríguez y Marguerite E.O´Haire) y de la Universidad de California (Crystal I.Bryce y Duglas A.Granger), han demostrado una vez más los efectos terapéuticos de los perros de servicio. 
En este caso, se trata de perros de servicio para veteranos militares con trastornos de estrés postraumático. Evaluaron los niveles de cortisol en saliva en 73 veteranos militares con trastorno de estrés postraumático después del 11/septiembre además de medidas estandarizadas de ansiedad, enojo, sueño, y otras y detectaron un efecto significativo de la tenencia de perro de servicio. Los que tenían perro mostraron niveles significativamente más bajos de ansiedad, enojo, trastorno del sueño y también menor abuso de alcohol y síntomas menos graves de estrés postraumático. 

miércoles, 23 de mayo de 2018

ADIESTRADORES CANINOS… AYER Y HOY.



De muy niño, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, respondía: “Félix Rodríguez de la Fuente”. Más adelante, aún siendo niño, además del sueño de trabajar con fauna salvaje, quería ser adiestrador de perros. Era un aficionado absoluto y total a los perros gracias a mi abuelo (que sigue vivito y coleando). Leía todo sobre los animales y los perros, especialmente sobre su conducta. Tenía una biblioteca llena y uno de mis libros era “Cuando el hombre encontró al perro”, del gran etólogo Konrad Lorenz. La etología era mi pasión. Era como el ser naturalista… uno lo era cuando lo era de verdad… sin necesidad de validaciones externas. Y era Félix R.de la Fuente quien me dirigía a la etología.

Adiestradores había muy pocos. Eran gente muy “perrera”, que sabía manejarse con cualquier perro. Se buscaban la vida y se formaban habitualmente en Alemania y de forma autodidacta, pero eran muy duchos. Algunos pecarían de rudos, aunque eran otros tiempos. Yo estaba asociado a un grupo de adiestradores, y era el único niño pero iba a los campeonatos, aprendía de ellos y, sobre todo, de los perros, de los que siempre me acompañé. Devoraba los libros que había entonces, libros en blanco y negro, me empollaba la revista de actualidad -que entonces era muy técnica- y me imaginaba en sueños dirigiendo una de esas escuelas con sus obstáculos y sus mandangas. Era un niño raro porque en aquél entonces no había casi niños con estas aficiones. Lo que hoy viene siendo un friki. A los otros les gustaban los coches y el fútbol. Con 13 años hacía ya mis pequeñas exhibiciones de adiestramiento canino con mi perra Siba. Hasta que, al final, cumplí el sueño de formarme como adiestrador. De eso hace ya más de 25 años y yo no era aún ni veinteañero.

La formación era larga, dura y costosa. No entrabas a formarte sin tener previamente conocimientos básicos sobre perros porque entonces no pintabas nada allí; era una formación vocacional de apasionados (o frikies como se dice ahora). Un año duraba la formación para lo que se consideraba ser un novato con cierta base con la que poder arrancar. Un año en el que me mudé a Madrid para formarme en la única escuela de formación profesional que existía (lo que hoy tiene su continuación con la EFPC) y que abrió Nacho Sierra. Un año que dediqué al 100% a esta formación. Las mañanas para estudiar, ir a la escuela canina “De la Sierra” a entrenar con mi perro Kazán o trabajar con los de los clientes con el adiestrador Jesús Moreno Portland y el maestro Nacho Sierra, o incluso en las perreras, donde tanto se aprende; y, las tardes de todos los días, las dediqué a ir a las clases teóricas y prácticas. Presenciales, por supuesto.

Tras ser validado por un tribunal serio y muy exigente de renombrados adiestradores que no te conocían y que te podían catear sin ningún temblor en su pulso, empezabas tu nueva vida profesional… siempre continuando con la formación pues eras, sí, adiestrador, pero NOVATO. Guiado en todo momento por tus mentores (en mi caso los maestros Nacho Sierra y Amando Diego, que es de mi familia e instructor de la Fundación ONCE del Perro Guía), arrancabas tu vida profesional con mucha humildad y adiestrabas perros de particulares que tenían problemas más o menos complejos, y muchos perros de seguridad personal o profesional que entonces hacíamos. Después abrías tu centro canino, que era el único de la Comunidad Autónoma entera, y seguías creciendo lentamente en tu experiencia trabajando con cientos de perros durante años y formándote con múltiples cursos en diferentes modalidades y con distintos expertos…

Un día, de pronto, tras años de experiencia, te veías capacitado para cualquier cosa. Ya habías trabajado en muchas o casi todas las modalidades, habías visto suficientes perros y dueños como para atreverte con todo… en fin, que ya te considerabas de verdad un ADIESTRADOR DE PERROS. La verdad es que echo de menos cuando la profesión era otra cosa. Era tan respetada la profesión que nos daba vergüenza ponernos delante de profesionales consagrados; como en el arte y la ciencia.

Todo esto viene a colación de mi indignación y bochorno de hoy al ver el anuncio de un curso de formación de EDUCADOR CANINO de una duración de 5 días. Si fuera de un mes también me habría indignado. Si fuera de tres meses hubiera pensado que es un engaño creer que uno queda formado. Si fuera de seis meses habría pensado que esos no podían ser considerados profesionales… Pero una formación de 5 días me da VERGÜENZA AJENA. Si una persona quisiera trabajar profesionalmente regando plantas necesitaría más tiempo de formación que cinco días. Una persona que limpia portales necesita más de cinco días seguramente también. Cualquier cliente que acude a mí (y supongo que a cualquier otro) con un problema con su perro tiene inconmensurablemente más conocimiento y recibe más formación que la que puedan recibir en esa formación de “educadores caninos”. ¿Con qué cara voy yo ahora a atender una consulta con un cliente que tiene un problema con su perro, cuando puede pensar que he podido recibir formación basura y que hace una semana yo no tenía ni pajotera idea y que él tendrá más experiencia con perros que yo? Ahora entro en las casas de los propietarios pensando en si pensarán que soy otro mendigo de la formación rápida que me dedico a esto porque no he tenido otra cosa o no he sabido hacer otra cosa. ME INDIGNA, ME CABREA, ME ABOCHORNA Y ME ASQUEA.

Empezó el s.XXI y envilecieron la profesión. Le perdieron el respeto. Ahora cualquiera puede ser “adiestrador”, aquello que entonces era una profesión extraña pero respetada. Títulos de “Educador canino”, “Entrenador canino”, “Monitor canino”… surgieron por doquier… Esto empezó a ser el coño de la Bernarda. Y ha ido degradándose hasta el extremo… como una patraña especulativa en la que existe una oferta de formación profesional desenfrenada e irracional, muy alejada de la realidad de la demanda. Hay alumnos que seguidamente a su formación –que incluso puede ser ultrarrápida- se montan cursos de formación profesional. Es decir, no es que trabajen con perros de particulares sin estar preparados sino que se atreven a formar a supuestos profesionales. Tal es el grado de falta de respeto por la profesión. Que yo recuerde, empecé a formar profesionales sólo cuando ya llevaba 18 años como adiestrador profesional y cientos de perros trabajados y me llamaron y reconocieron para ello (que tampoco fui yo quien tuve la prepotente ocurrencia, quiero decir).

Así, tenemos supuestos adiestradores que están siendo requeridos por propietarios particulares para solventar problemas con sus perros, que se han pseudo-formado rápida y dudosamente con también supuestos adiestradores (educadores, entrenadores, monitores, que ahora se usan muchos nombres) que, a su vez, se acababan de pseudo-formar. Cualquier dueño de perro particular que haya pasado por mis manos tendrá, sin ninguna duda, más conocimiento y formación que estos supuestos profesionales (que para mí desde luego no lo son).

He llegado a leer un mensaje de este tipo: “¿Por qué no te haces el curso de educador canino en vez de llevar a tu perra a educar?”. Total, lo mismo le lleva menos tiempo… ¿Para qué llamar al fontanero para que te arregle un chaperón si puedes sacarte el título de fontanero? ¿Para qué ir a arreglarte la muela cuando puedes sacarte el título de dentista? ¿Provocan risa estas preguntas? Pues en esta profesión ESTÁ PASANDO.

De pronto me dice una peluquera canina: “Yo tengo el título (de educadora canina)”. Pero ¿Qué título? ¿Acaso existe “el título”? Un certificado que le dieron en alguna escuela privada por haber asistido a un curso que ellos organizaron y que llamaron “de educador canino”. Pero ¿qué seriedad es esta? ¿No es BOCHORNOSO Y VERGONZOSO? Se envilece la profesión. Espero que se comprenda; se deshonra, se humilla, se degrada, se denigra, se corrompe, se pervierte, se desacredita y se vicia. Está la Administración también pagando a “Escuelas de formación profesional” de adiestradores para que den formación a parados, que la reciben gratuitamente. Más formación basura recibida por personas sin ningún interés especial para ello. Más falta de respeto a una profesión que, según pintan hoy día, puede realizar cualquiera.
En el año 1992/93 ya Nacho Sierra intentó, seriamente, que fuera reconocida de forma oficial aquella formación que entonces reconocía y oficializaba el Consejo General de Colegios Veterinarios de España. Pero finalmente, por intereses que no llego a comprender bien, quedó en agua de borrajas. Y claro, ahora es imposible regular esto en condiciones porque hay quienes defienden métodos concretos (yo no y cualquier adiestrador profesional de verdad tampoco debería), y estos que defienden ciertos métodos concretos tienen mano en las Administraciones que podrían coordinar una regulación que les beneficiase a ellos por encima de los que no defiendan esos métodos; por lo tanto, ahora habría que definir cómo se imparte la formación, qué método es el adecuado si es que lo hay, y quién tiene capacidad y formación pedagógica para ser profesor, algo que a estas alturas es un imposible. Imposible también porque hay empresas potentes que podrían acaparar la formación y convertirla aún en algo más impuro y alejado del perro (incluso formación a distancia, que existe, aunque parezca mentira).
En estos años también se puso de moda el etólogo y también se confundió la definición del mismo. A mí me llaman como etólogo para resolver problemas de perros y siempre respondo: te respondo como adiestrador, no como un etólogo. Mi trabajo con la etología se refiere a investigación de conducta de fauna salvaje en su medio natural y no tiene absolutamente nada que ver con los perros. Está más relacionado con mi vocación de naturalista. Desde que la etología clínica se puso de moda, se liaron los términos. La Etología Clínica es una especialidad de la Veterinaria para tratar los problemas conductuales caninos y se cursa en un máster universitario. Claro que algunos hay que no manejaron un perro nunca, hicieron el máster, de formación teórica, y se convirtieron en etólogos clínicos, poniéndose a trabajar inmediatamente con problemas de conducta en perros y con todas las de la Ley.  
Aunque quizás sea peor un adiestrador que no sepa ni escribir bien y que ponga faltas ortográficas en su publicidad; esto puede parecer una sacadura de quicio por mi parte pero en la Universidad por cada falta te restan puntos. Porque… ¿Qué seriedad se le está dando a la profesión? ¿No habría que tener un filtro riguroso? Estamos ante una verdadera burbuja especulativa de la formación canina.