domingo, 14 de octubre de 2018

FORMACIÓN PROFESIONAL EN ADIESTRAMIENTO CANINO. BURBUJA ESPECULATIVA.



Hace poco escribía llevado por mi indignación al ver cómo la gota colmaba el vaso: se anunciaba una formación profesional de “Educador canino” de cinco días. Algo que contaba que me producía una tremenda vergüenza ajena y un bochorno insoportable. Vergüenza porque cuando te llama un propietario con un problema con su perro ya no sabes si se te recibe con el antiguo respeto al profesional de este campo, que SABE y tiene experiencia, o como a un personajillo que recibió cuatro indicaciones en un cursillo.

Como contaba, se ha perdido el respeto a esta profesión, que se ha envilecido. Cualquiera puede ser “adiestrador”. La formación, no reglada, se ha degradado hasta lo insospechado en los últimos años en una patraña especulativa en la que la oferta de formación profesional desenfrenada e irracional supera ampliamente a la demanda. Es decir, hay más “adiestradores” que perros, y eso que hay muchos más perros que antes.

Surgen por doquier los “educadores caninos” formados de múltiples formas, con diversos criterios, con diferente calidad, en muy diferentes tiempos…
Surgen por doquier también incluso lo que deberían ser, a mi entender, adiestradores altamente especializados en tareas como la de entrenar perros de ayuda social. Lejos de hacerlo como una especialización, lo hacen sin pasar previamente por una formación seria, digna y profesional en adiestramiento canino base y, posteriormente, una experiencia en ello antes de esa formación especializada.

Un adiestrador que haya tenido una formación base de UN AÑO tiene los conocimientos BÁSICOS para empezar a trabajar GUIADO por un profesional con experiencia. Así es como lo veo yo. Con un año de estudios prácticos y teóricos adquiere la base, pero entonces tiene que empezar a aprender con la experiencia del trabajo diario y con la guía de sus maestros porque se va a encontrar con casos muy complejos. Esto es así en otras profesiones reguladas o con formación reglada. Y por cierto, no todo el mundo sirve para esta profesión al igual que yo no sirvo para otras muchas.

Por supuesto, esta persona recién formada no está aún preparada, como digo, para empezar a aprender lo que considero “especialidades”, como lo es el entrenamiento de perros de asistencia. Y no sólo eso… también especialidades deportivas como el Agility requieren de unos conocimientos técnicos y experiencia para el entrenador porque, de lo contrario, estaríamos haciendo el “chapuzas” con riesgos añadidos para los perros. Yo soy adiestrador profesional desde hace 25 años, y por supuesto he practicado algo de Agility y tengo amigos que son especialistas en esta modalidad; tengo conocimientos técnicos y experiencia para el entrenamiento de perros pero no en esta especialidad, así que no tendría la desfachatez de abrir un club de Agility a no ser que otra persona fuera la entrenadora o que yo me formase adecuadamente. Yo no soy entrenador de Agility. Sólo dos cosas me podrían llevar a creer que lo soy: la ignorancia o la cara dura.  

Con falta de regulación en formación, todo el mundo se lanzó a formar supuestos profesionales. Aquellos adiestradores que no tenían clientela suficiente decidieron formar a otros adiestradores para sacar dinero. Lo más alucinante es que los alumnos no tuvieron vergüenza en ponerse a formar a supuestos profesionales en vez de empezar a aprender con su trabajo. ¿Qué formación pueden estar recibiendo esas generaciones de “adiestradores” o “educadores caninos”? Auténtica formación basura. Siempre lo digo… hasta que no tuve muchísimos años de experiencia no empecé a trabajar como profesor para adiestradores.

Los particulares que requieren ayuda profesional llaman a un adiestrador sin saber nada de todo este asunto… y se les presenta en casa una persona sin experiencia con una formación basura, formada por otra que también tenía formación basura y nula experiencia, que a su vez había sido formado por alguien sin escrúpulos… Y así llegamos a lo más chistoso: muchos de mis clientes particulares tienen muchos más conocimientos que estos supuestos profesionales. Y esto sí que me resulta BOCHORNOSO.

He llegado a leer un mensaje de este tipo: “¿Por qué no te haces el curso de educador canino en vez de llevar a tu perra a educar?”. 
O cuando una persona me dijo: “¿Eres adiestrador? Yo también tengo el curso”.
¿¡Qué curso!?. No hay cosa que más me indigne y asquee.

Imagino esta situación: “Necesito hablar con un psicólogo porque mi hijo bla bla…” a lo que le responden: “¿Por qué no te sacas Psicología y matas dos pájaros de un tiro?”.
Más aún, la correspondencia real es la siguiente. Atención a la lectura: una persona que tiene unas dudas con su computadora decide que es mejor hacerse informático directamente. Una vez terminados sus estudios, no ejerce como informático sino que directamente monta su propia academia y se pone a formar informáticos profesionales, que rápidamente formarán a otros. Esto es exactamente lo que está pasando con el adiestramiento canino. Y además le dan un título supuestamente profesional y la formación la recibe en un tiempo variable que puede ir de cinco días, a tres meses, seis o nueve. Depende del mercado y de las necesidades de quien lo imparte y de las exigencias de los alumnos que, como pagan, van con el aprobado por delante.


Estamos ante una verdadera burbuja especulativa de la formación profesional canina.